Cadena 100: Muchas luces y alguna sombra

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Ya huele a primavera y, entre bambalinas, se aceleran los últimos ensayos. Faltan cinco minutos para las ocho y un Wizink que se llena con parsimonia empieza a saltar. Caen globos gigantes, suena Quevedo (omnipresente en estos apocalípticos tiempos que corren) y en las pantallas la cuenta atrás se acerca, irremediablemente, al 0, esa contradicción metafísica que rige nuestras vidas. Hoy colapsa Goya la Cadena 100, que organiza su gala benéfica «Las noches de Cadena 100», tras 4 años de impasse. La fiesta musical la arranca Vicco, que está aprovechando bien el empujón del último Benidorm Fest. Canta «Nochentera», que suena a música disco de los ochenta con gallo y desafine incluido. Empieza fría la cosa, aunque salen raudos Nieves y Amate (Javi y Mar) para arreglarlo. Siempre son las estrellas en estas galas y la de hoy, «La noche de Cadena 100», no será menos.

Sigue Depol, un joven en el albor de los 20 que canta sobre un playback que suena por sus auriculares… pero no en el palacio. Hay un silencio incómodo en el que el público no entiende bien hasta que el técnico encuentra el botón culpable. Se le podría abroncar (seguro que alguien lo hace) pero son cosas que pueden pasar cuando uno necesita un playback para dar un concierto. Sería más seguro ir a clase y aprender a tocar, pero claro, eso cuesta trabajo.

Andrés Suárez sale después. Pablo Gallinar, locutor que parece hablar en nombre de Gaes, le compara con Serrat y Sabina. El gallego es bueno y su set es de los pocos de la noche que tiene música interpretada en directo, para alivio de la minoría melómana silenciosa que vaga por esta pista, pero no confundamos velocidad con tocino; aprendiz con Maestro.

Marlon, después, nos devuelve al mundo playback. Suena «De perreo», reggaeton suavizado por una guitarra acústica y una voz más cercana a Pereza que a Miami.

El concierto fluye sin esfuerzo, no es pesado y evita pausas «interruptus» entre actuación y actuación. La primera artista internacional, Birdy, presenta un pop minimalista de sintetizadores y mucha emoción vocal. Arranca aplausos tímidos (poca gente la conoce), pero complace a la minoría silenciosa que sufre en la oscuridad de esta pista. Los otros dos extranjeros de la noche, Benson Boone y Lukas Graham, ofrecen sets maduros, explotando un pop más elaborado que la media nacional.

Después de más presentaciones y cuñas publicitarias sigue Álvaro Soler con un medley que hila varios de sus temas populares. Suena bien «La cintura», una canción sencilla y con gancho que conoce medio Wizink.

Vuelven a salir Javi y Mar, que acaparan el flash, para el momento burocrático. Hablan sobre Manos Unidas, empresa beneficiaria de las ventas de hoy, y su proyecto educativo en Mozambique. Para ellos y su idea solidaria canta también Antonio Orozco, quien se lleva la ovación de la noche por su sentimiento, su apuesta por el sonido en directo y su nombre, casi tan grande como el de la célebre emisora. «Pedacitos de ti», que suena todos los Sábados en incontables verbenas y bares de copas, arranca los mecheros y lágrimas de un estadio que intuye el final.

Antes de la gran traca, canta Abraham Mateo. Lo lucha, con emoción, esfuerzo y Autotune, aunque le fallan algunas cosas y este humilde cronista prefiere pasar de largo pues sabe que al alma le sale caro ser cruel. Antes de bajarse se le une Ana Mena, con quien canta «Quiero decirte». La malagueña mejora ligeramente una música donde sólo las voces son de verdad. Se queda sola sobre las tablas y sigue con temas propios como «Música ligera» (que cantan casi todas) y «Un clásico», su último single, antes de Lukas Graham, el último foráneo. Deja uno de los grandes hits de la noche, «7 years», una canción que todos conocemos aunque, hasta hoy, no sabíamos de quién era.

El final lo organizan entre Vanesa Martín, Javi y Mar, y Pablo López, que cierra con «El patio». Las vomitorios engullen a un público extasiado y la minoría silenciosa, siempre crítica y con un puto de soberbia, acaba reconociendo que, al final, lo único que importa es emocionar a la gente. Lo demás… filosofía barata.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete

https://www.abc.es/cultura/musica/cadena-100-luces-sombra-20230319013314-nt.html

https://www.abc.es/cultura/musica/cadena-100-luces-sombra-20230319013314-nt.html

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *