Juan Cal: “La ejecución de Puig Antich fue un crimen contra toda una generación”

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Juan Cal pertenece a la generación del Calendario Juliano, aquel curso universitario instituido por el ministro Julio Rodríguez, que empezó en enero de 1974 y acabó seis meses más tarde, sin apenas clases a causa de los conflictos estudiantiles, las huelgas y de los últimos condenados a muerte por Franco. “Un libro que le debía a mi generación”, explica el autor de Generación 1974 (Ed. Milenio).

Testimonio de aquellos hechos, Juan Cal Sánchez (Pontevedra, 1956) evoca tiempos de clandestinidad y lucha antifranquista en la que es su tercera novela, permite mirar con otros ojos hechos históricos como la ejecución de Puig Antich o el atentado a Carrero Blanco, a partir de la peripecia vital de Amaia, una joven militante de ETA que vive en el Madrid de los estertores del franquismo.

Amaia se oculta, temerosa de la policía pero también de sus antiguos compañeros de organización. Evita los malos tratos de su jefe de comando, compañero sentimental y padre de su hija. Todo en un momento de ebullición de jóvenes estudiantes y obreros que quisieron cambiar el mundo a su modo.

Juan Cal, autor de 'Generación 1974'
Juan Cal, autor de ‘Generación 1974’ (Maite Munné/Segre)

-¿Cuánto hay de Juan Cal, de real, en el libro?

-En toda obra hay mucho del autor. La memoria es el material con que se construye una obra literaria y todo cuanto explico pasó en aquellos años, no siempre a mí personalmente, pero fui testigo o me fue explicado. La escena de la nota sobre la muerte de Carrero Blanco en el vaho de la ventanilla de un autobús la viví personalmente porque era el día que me matriculaba en la facultad.

-¿Qué significó la ejecución de Puig Antich para toda una generación?

-El asesinato de Puig Antich fue vendido por el régimen como el ajusticiamiento de un asesino de policías. La izquierda antifranquista digamos moderada tardó en reaccionar en contra, por su negativa a implicarse en un caso de atraco con víctimas. Finalmente fue una especie de movimiento juvenil comprometido, sin siglas aunque con mucha gente relacionada con posiciones anarquistas, la que encabezó la protesta contra un crimen que de alguna forma se cometía contra toda una generación.

-Hubo también penas de muerte que firmó Franco, de militantes de ETA o FRAP, en el último tramo de su vida. Visto en perspectiva, ¿vale la pena dar la vida por un ideal político, a cualquier precio?

-En general, creo que ninguna idea merece ser pagada con una vida. Pero en aquel momento no se podía elegir, hubo gente que fue condenada injustamente, que no cometió más delito que luchar contra la dictadura. Recuerdo, años después, la muerte de una joven -Mari Luz Nájera- que murió en una manifestación a causa de las heridas causadas por un bote de humo. Ella no tuvo oportunidad de decidir si valía la pena porque su vida le fue arrebatada.

Ni fue tan mítica ni tan heroica la lucha, ni fue una rendición al régimen como se dice ahora”

-¿Cómo resumiría a un joven de hoy cómo era la vida en clandestinidad y la época de lo que ahora llamamos “el régimen del 78” ?

-Era un acto de compromiso generacional y cada uno elegía un camino; el que le parecía el más correcto. La perspectiva del tiempo nos permite ver que a veces nos equivocábamos y otras nos pasábamos de frenada, pero los jóvenes tienen derecho a equivocarse. Ni fue tan mítica ni tan heroica la lucha, ni fue una rendición al régimen como se dice ahora. Tuvo sus luces y sus sombras. Y mucha gente estaba entonces en contra del pacto y tampoco sabemos si una ruptura habría sido mejor.

-¿Hay muchas Amayas por el mundo? ¿Falta en ellas un perdón más explícito por haber pertenecido a una banda terrorista?

-Hay unas cuantas Amayas. Yo tuve noticia de una en aquella época y años más tarde supimos de Yoyes. Por Mireia Boya hemos sabido recientemente que el abuso machista no es patrimonio de la derecha. La pertenencia a ETA sólo añadía dolor a la historia.

-Amaya huye también de los malos tratos de su jefe de comando, padre de su hija. ¿Eran organizaciones poco igualitarias, machistas en su funcionamiento interno?

-Los malos tratos, el machismo y una cierta superioridad como si la lucha política solo fuera cosa de hombres es algo que ha ocurrido siempre y que no siempre ha sido visto como algo perverso. Hemos tenido en general mucha permisividad con el machismo.

Mucha gente vio con simpatía la muerte de Carrero y tuvo que pasar lo de Hipercor para que cambiasen algunas de esas percepciones”

-¿Qué futuro prevé a los nacionalismos?

-Soy incapaz de hacer previsiones y menos ahora cuando las cosas varían de forma tan grande de un día para otro. Cosas que hace unos años parecían inmutables, como la Monarquía por ejemplo, hoy están siendo cuestionadas. Deberíamos creer que en una democracia todo es posible.

-¿Le han llegado sobre su libro de miembros militantes en aquella época? ¿Y de alguna víctima de terrorismo?

-De antiguos militantes, en general me han llegado comentarios nostálgicos. Porque mucha gente de nuestra generación compartió experiencias similares y se han sentido reflejados en algunas de las historias que se explican. De víctimas de ETA no he recibido ninguno, pero he de decir que ni pretendo blanquear el terrorismo ni hacer revisionismo sobre aquella época. Entonces mucha gente vio con simpatía la muerte de Carrero y tuvo que pasar lo de Hipercor para que cambiasen algunas de esas percepciones. La mirada de “Generación 1974” sobre ETA es la que tenían los jóvenes antifranquistas en aquella época y no sería honesto revisar eso sólo por corrección política.

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